miércoles, 2 de julio de 2008

Discurso Crítico y Crítica del Discurso: Discusiones en torno al Discurso Político

Presentado en el V Congreso de la Asociación Argentina de Semiotica.

Lic. Ricardo Esteves (UBA) ric.esteves@gmail.com

Área Temática: 2. Crítica y Análisis del Discurso


Abstract:
El artículo trata de establecer una diferencia entre el análisis crítico del discurso (CDA) y la crítica del discurso. En el primer caso encontramos una corriente que se centraliza en aspectos de la gramática funcional (Halliday, Thomson) en sus distintos niveles -como puede ser en algunos casos la transitividad y los procesos verbales (Fowler, R., Hodge, B., Kress, G.). Aún así esta corriente no aporta necesariamente en su metodología elementos que constituyan, aunque sí posibiliten la crítica. Otro aspecto significativo de esta corriente es los criterios a partir de los que se seleccionan las unidades de análisis, es decir los corpus (van Dijk, T. Trew, T.). Incluso dentro de esta corriente es posible encontrar esta distinción del discurso crítico en autores como N. Fairclough.
Por su lado, el discurso critico, más aún en relación al discurso político presenta diferencias respecto a la postura anteriormente mencionada y con lo que ya implicamos. En esta cuestión, el desplazamiento obligado de la cuestión del análisis -del discurso propiamente si se quiere- nos podría ayudar a reintroducirnos en uno de los problemas mencionados anteriormente, la de como considerar político a un discurso. En este sentido la teoría crítica desde Benjamin, W. Adorno T. y Horkheimer M. pueden servir de punto de referencia.
Puntualmente, ¿Que es un discurso político? y dentro de esto, ¿Que es un discurso crítico?
En este trabajo demostraremos que es posible un discurso crítica sin necesariamente apelar a las herramientas del análisis crítico del discurso, y que el discurso político, y la posición crítica que puede adoptar este discurso puede escapar, por momentos, al modelo conceptual del análisis crítico del discurso.

Una corriente que hoy aborda críticamente –entre otras- al discurso político es el análisis crítico del discurso (CDA). Tal vez el elemento crítico de esta corriente resida en como se establecen las relaciones entre la estructura del lenguaje y las estructuras ó formas de dominación que se dan en una dimensión ajena a lo exclusivamente discursivo. En otras palabras las estructuras del lenguaje tienen un efecto sobre las formas de dominación social. Esto implicaría que la crítica del discurso no es una mera crítica de un material –o contenido específicamente- lingüístico, sino que por el contrario, la crítica del discurso es una crítica a las formas sociales de dominación.
Independientemente de todo esto podemos al mismo tiempo realizar una crítica de esta misma crítica sin, por supuesto, ni desacreditar ni –mucho menos- descalificar los logros y alcances de esta corriente. Por otro lado, son más las virtudes que defectos que podemos encontrar en esta forma de encarar el análisis del discurso. Aún así, considerando a la crítica como una actividad esclarecedora y productiva más que de denigrante, existen aportes que se pueden rescatar de esta para el caso que se presenta específicamente aquí.
Las críticas que se pueden realizar aquí giran alrededor de dos cuestiones. La primera tiene que ver con el método, mientras que la segunda está relacionada con que es lo que es considerado discurso político para esta corriente.
Tal vez a lo que queramos llegar con todo esto se pueda resumir que el método del análisis crítico del discurso no asegura por sí mismo un análisis crítico. Tampoco queremos decir que él método utilizado por esta corriente tampoco logré efectivamente realizar análisis críticos, pero este por sí solo no es garantía de una crítica genuina. Como podremos ver en esta exposición, quienes –y esto claro está, es un mero juicio personal- logran adoptar una posición más crítica son aquellos que asumen posiciones más laxas frente a los principios de la gramática funcional, la cuál puede ser considerada el fundamento y principio de esta corriente, que tampoco se presenta como un frente cerrado y homogéneo.
La segunda cuestión, relacionada a los criterios a partir de los que se considera el discurso político pareciera tan amplio –como hemos dicho, no en todos los casos es así- que muchas veces pareciera que prácticamente cualquier cosa puede ser considerada discurso político.
Esta segunda cuestión podría permitirnos extendernos brevemente y a forma de ejemplo en que es lo que podría ser considerada una unidad de análisis concreta para analizar dentro de los principios de esta corriente.
Por último, y aquí es donde encontraremos el aspecto más relevante de este desarrollo, queremos destacar que una crítica del discurso político, e incluso un análisis crítico del discurso se puede logran desde varias posturas teóricas que no necesariamente tienen que coincidir con aquellas del análisis crítico del discurso (CDA).
Por solo mencionar anticipadamente una de estas posibilidades, podríamos hacer referencia a los trabajo realizados bajo la llamada teoría crítica, la cuál contempla también una crítica del discurso política sin necesariamente apelar ni a los métodos, principios y concepciones sostenidas por el CDA. Esta no resulta ser la única forma alternativa de crítica, o análisis crítico del discurso político. De alguna manera exploraremos aquí esas posibilidades.

Aspectos Metodológicos del Análisis Crítico del Discurso (CDA)

Tal vez el aspectos metodológico que prima con mayor peso en esta corriente de análisis sea la gramática funcional tal como es planteada por M.A.K Halliday en su Introduction to Functional Grammar (1985, 1994). En este caso la influencia de la obra Language as Social Semiotic (1978) del mismo autor anticipa el vínculo que la corriente o variante crítica de esta escuela establecerá entre las estructuras del lenguaje y las estructuras sociales.
Sin la intención de entrar en una reseña detallada de los principios de la gramática funcional podríamos decir que esta teoría se sostiene en tres principios o funciones fundamentales que cumple el lenguaje y a partir de las cuales se podrán establecer distintos tipos de niveles de análisis. Estas tres funciones ó meta-funciones son el tenor, el campo, y el medio o modo. Estos tres elementos constituyen –un elemento fundamental que incluso brinda una ventaja dentro de esta corriente para establecer el criterio a partir del cuál se puede establecer el discurso político- el registro. La forma en que el registro se articula con estas tres funciones del lenguaje es por que “los tipos de situación lingüística difieren entre sí por tres conceptos: Primero, por lo que realmente ocurre; segundo, por quienes participan, y, tercero, por las funciones que desempeña el lenguaje” (Halliday, 1978: 48). El CDA no se agota exclusivamente en estos principios sino que más bien parte de estos . Dado que una de las principales preocupaciones de esta corriente era descubrir la forma en que los procesos lingüísticos afectan los procesos sociales el aspecto más utilizado de esta teoría fue el campo o la transitividad, que es el nivel en el que el lenguaje es concebido en su función de proceso, o la forma en que se representan por medio del lenguaje las cosas en el mundo. Los recursos teóricos y metodológicos del CDA no se agotan en la gramática funcional, aún así, los desarrollos sistémicos de este tipo de análisis suelen utilizar los recursos de la misma . El CDA es genuinamente una corriente crítica en términos de que se nutren de una amplia gama de principios teóricos que cumplen un rol más bien auxiliar o complementario del análisis funcional .
Concretamente y haciendo referencia a los casos más relevantes de esta corriente como pueden ser el de Hodges y Kress, y –quien a juicio personal presenta una perspectiva sumamente interesante y genuinamente crítica- N. Fairclough. A partir de estos ejemplos podemos hablar de transdisciplinaridad o interdisciplinaridad como principio metodológico del CDA. N. Fairclough despliega este principio en análisis concretos de textos que sin lugar a dudas pueden ser considerados políticos. Entre estos cabe destacar “el lenguaje del gobierno” en “New Labour, New Language?” (2000),“Blair’s contribution to elaborating a new ‘doctrine of international community’” y “Critical Discourse Analysis in Researching Language in the New Capitalism: Overdetermination, Transdisciplinarity and Textual Analysis” (2003b) donde, no solo se presenta una posición interdisciplinaria, sino que esta misma se aplica críticamente al análisis de textos que tienen un efecto pragmático sobre el orden político y social.
Dentro de esta corriente también podemos considerar a T van Dijk quien en varios aspectos resume algunos principios de este tipo de estudios .
A pesar de que CDA sostiene un amplio frente de posiciones respecto al análisis de textos concretos en situaciones concretas, no se puede esperar de esta corriente que asuma todas las posiciones críticas respecto de las posibilidades que brinda el análisis del discurso, así como las perspectivas de las ciencias sociales y la filosofía política que consideran al lenguaje como un elemento de análisis privilegiado.
Esto es mencionado para poder establecer diferencias entre el análisis crítico del discurso como corriente (CDA) y otras críticas posibles del discurso, específicamente, el político.
La llamada teoría crítica desarrollada por los mentores de la Escuela de Frankfurt –como W. Benjamín, Th. Adorno, M. Horkheimer, H. Marcuse (quien es mencionado por Hodges y Kress), entre otros- aporta elementos que pueden ser encontrados en algún caso en esta corriente, pero a pesar de esto existen claras distinciones entre algunos aspectos del análisis de estas corrientes. Está claro que si en ambos casos se habla del análisis de discursos concretos en sus correspondientes contextos, encontraremos que la dimensión histórica juega un papel fundamental. Mientras que el CDA estudia los discursos de la democracia, la teoría crítica se preocupa por el fenómeno del surgimiento del discurso totalitario. Incluso, independientemente de este elemento –que por supuesto no es menor- hay elementos críticos como las condiciones materiales y los soportes del discurso. Esto permite analizar el discurso cuando adopta formas diversas a partir del soporte de las nuevas tecnologías que dan origen a los medios de comunicación de masas. Específicamente encontramos un abordaje interesante al análisis del discurso de la imagen y los efectos políticos, tanto con sus posibilidades revolucionarias –como sostendría Benjamín- así como su neutralidad capitalizable por cualquier régimen, como el autoritario de la Alemania nazi –sostenida por Adorno.
Quien presenta también aspectos interesantes respecto al abordaje del análisis semiótico de la imagen es R. Barthes. En mitologías presenta un esquema semiótico en el que constituye la imagen como unidad significante análoga al signo lingüístico([1957]2003 pág. 206).
Hablar de Barthes nos llevaría a profundizar en una corriente que puede ser caracterizada bajo el título de “pensamiento francés”, que en alguna medida puede estar implicada en la corriente crítica del análisis del discurso . Aún así y a pesar de los lazos que se pudieran establecer entre estas corrientes hay quienes –como D. Mainguenau y Mainguenau y Cosutta(?)- que reconocen una marcada diferencia entre la corriente anglosajona (identificada en parte con el CDA) y la francesa. Está claro, como hemos mencionados que es difícil hablar de corrientes homogenias, incluso dentro de la francesa, donde podríamos distinguir la posición estructuralista y la post-estructuralista. Está última, contemplada a partir de los trabajos de R. Barthes, M. Foucault y J. Derrida entre otros presenta una discusión profundamente crítica respecto del lenguaje, la semiótica, la escritura y el discurso. Incluso en estos casos estos autores escriben desde las dos posiciones, incluso rompiendo con el estructuralismo desde esta misma teoría. Un caso que vale rescatar es el del artículo de J. Derrida “Fuerza y enunciación” en “La escritura y la diferencia” (¨[1963]1989)
En este sentido, y aunque los desarrollos del CDA puedan reconocer buena parte de estos desarrollos, creemos que existen ciertas incompatibilidades teóricas entre estas corrientes. Incluso la forma en que se apelan a ciertos principios en cada caso es muy distinto. Concretamente Hodges y Kress en su “Lenguaje como ideología” apelan –casi anecdóticamente, y más como recurso argumentativo de los efectos del lenguaje en la estructura psíquica que afecta sobre el comportamiento- a los desarrollos teóricos del psicoanálisis Freudiano, que claramente se pueden encontrar muy distantes a las posiciones de Derrida que se pueden encontrar en artículos como “La escena de la escritura en Freud” ([1966]1989) “La carta postal Freud & Lacan” () y hasta su lectura más tardía y politizada como la presentada en “Políticas de la amistad” (1998). Respecto a esta cuestión particular, de cómo son contemplados los desarrollos del psicoanálisis en estas corrientes críticas podríamos decir que en cada caso encontramos lecturas muy distintas. Podríamos incluir en esta discusión las lecturas de otros postestructuralistas como las de S. Zizek, E. Laclau y hasta las de R. Rorty.
En el caso de estos tres últimos autores mencionados, la reflexión en torno a la política es tan central como para el lenguaje, o mejor dicho el discurso. Estas corrientes, la del CDA y la filosofía política contemporánea y postestructuralista no necesariamete comparten más que los encuentros de las conferencias de teoría política que organiza la Universidad de Essex. Esta anegdota solo sirve para señalar que estas distintas corrientes críticas respecto al abordaje del análisis del discurso, a pesar de mantener principios teóricos que parecieran que se desplazan por carrilles independientes, no colisionan antagónicamente. Algo que es aún más interesante, aquellas corrientes o teorias que no están incluidas bajo el título de CDA, como pueden ser consideradas el postestructuralismo en general, la teoría de la hegemonía, el pragmatismo y la deconstrucción no tienen pretensiones de ser clasificadas bajo este título.
En este punto ya estaríamos en condiciones de comenzar a sintetizar lo aquí dicho en una conclusión parcial. Comenzamos hablando del Análisis crítico del discurso (CDA), de algunos de sus principales exponentes y obras para extendernos en otras corrientes que pueden brindar elementos para una crítica del discurso de características similares a las del CDA en términos que los efectos del discurso no están restringidos al dominio de la lingüística. Esto significa que de la misma manera que el análisis crítico del discurso sostiene que las estructuras del lenguaje tienen un efecto sobre las estructuras sociales y sus formas de dominación; otras corrientes que no necesariamente comparten los mismos principios metodológicos encuentran que la realidad se constituye discursivamente y que ciertos antagonismos sociales son resueltos hegemónicamente a través de operaciones discursivas.
El punto de toda esta discusión es que podemos encontrar una crítica del discurso más allá del análisis crítico del discurso (CDA) sin negar que esta sea genuinamente una corriente crítica.
Hablamos específicamente de los aspectos metodológicos de esta corriente. En este sentido consideramos que el método de por sí –específicamente el de la gramática funcional en su variante crítica- no es de por sí condición suficiente de un genuino análisis crítico. Rescatamos ciertas obras y autores quienes logran efectivamente estos resultados. Aún así vemos proliferar análisis que pretenden alcanzar un carácter crítico por el mero hecho de adoptar –en algunos casos- sistemáticamente algunos principios de esta corriente.
La conclusión a la que aquí queremos llegar es que el método del CDA, que de por sí es algo heterogéneo, aún manteniendo como foco la gramática funcional, no garantiza una verdadera crítica del discurso, menos aún –y como veremos en el próximo apartado- del discurso político. Es posible alcanzar una crítica del discurso político que busque alcanzar efectos –o al menos descubrirlos- pragmáticos que afecten el orden concreto de la sociedad, sin apelar al CDA.
Esto significa que a pesar de que el CDA es genuinamente una corriente crítica, y a juicio personal, los trabajos, especialmente los de N. Fairclough, representan un gran aporte a la crítica del discurso y la teoría social, hay ocasiones en las que nos podemos encontrar -como en términos de E. Laclau-, que la sigla CDA es un significante vacío, una mera etiqueta autoadhesiva anexable a cualquier análisis. Esta misma crítica puede caer en el mismo defecto si se menciona tan generalizadamente. En el próximo apartado podremos acotar el foco de esta crítica sobre trabajos concretos para lograr una crítica eficiente de lo aquí presentado.

El discurso político como unidad de análisis.

El problema que aquí queremos tratar es a que se le llama discurso político. La cuestión puede presentar más complicaciones de las que aparenta a simple vista. El discurso político no es un mero género discursivo, ni es algo que se pueda determinar con facilidad, ya sea por su contenido o por su ámbito de producción y circulación. Esto sin duda puede darnos importantes indicios de que es un discurso político, especialmente si tenemos en cuenta el ámbito de producción discursivo del Estado. Sobre esta cuestión no cabría mucha duda. El discurso producido en el ámbito del Estado es sin lugar a dudas discurso político. Sin embargo el discurso político no se puede circunscribir exclusivamente a este ámbito, menos aún para el caso de las sociedades democráticas, donde uno de sus principios fundamentales es la posibilidad de acceder al poder político a través de elecciones limpias y abiertas. Esto no es un dato menor, ya que este principio permite la proliferación de discursos generados en el ámbito de la sociedad civil y que tienen como objeto o pretensión alcanzar el poder política. Esto es, nada más ni nada menos, que los discursos de campañas. Incluso es notable que en los trabajos sobre discurso político se considere con suma regularidad los discursos de campañas políticas, y no justamente aquellos que logran ganar las elecciones .
Hasta aquí nos hemos deslizado por los senderos menos resbaladizos de la cuestión. Pareciera hasta aquí que el discurso político es aquel que se desarrolla y circula por a través del Estado y los discursos producidos en el marco de la sociedad civil con la pretensión de alcanzar el poder del Estado. La pregunta aquí es ¿Esto es todo? El discurso político se restringe solo a estas condiciones.
La respuesta es categórica, pero con algunas reservas. El discurso político no se restringe exclusivamente a esta condiciones recién mencionadas. Aún así, la línea divisoria entre lo que es y no es discurso político sigue siendo sutil. Hay quienes indiscriminadamente consideran cualquier tipo de discurso, discurso político. Concretamente el artículo de G. Seidel publicado en el “Handbook of Discourse Analysis” titulado “Polítical Discourse Analysis” (1985) donde reseña los trabajos en torno a esta problemática menciona el caso de T. Trew quien analiza comparadamente los titulares de los periódicos. Es cierto que no selecciona cualquier titular, sino titulares que tratan cuestiones raciales en Rhodesia . El caso concretamente plantea lo siguiente:

Agent Process Affected Circunstance
Times Headline Police Shoot dead rioting blacks (as) ANC leaders Meet
Report Shoot dead eleven Africans (when) Rhodesian police opened fire on a rioting crowd
Guardian Headline Police Shoot dead 11 (in) Salisbury riots
Report Riot Shoot and 11 Africans
Police Kill demonstrators
Fuente: Trew. 1979ª, p. 100 en Van Dijk (1985).

Aquí podemos apreciar lo mencionado en el apartado anterior respecto los procedimientos metodológicos del CDA. La cuestión aquí concierne a una problemática de otro orden. ¿Es esto un discurso político? Esto despierta aún otra pregunta más profunda ¿Qué es el discurso político? ¿Acaso, cualquier cosa puede ser discurso político? En principio, pero capciosamente, la respuesta es sí, cualquier cosa puede ser discurso político, aún así, es nuestra posición considerar que esto, lo que Trew analiza no es justamente discurso político; o por lo menos no necesariamente. La pregunta fundamental aquí es ¿Por qué Trew considera estos titulares discurso político? En el mejor de los casos nos encontramos aquí con el discurso de los medios, como si esto no representara también un problema, ya que en buena medida estos discursos, los de los medios y el discurso político tienden a entremezclarse.
La posición que aquí presentamos y que creemos que justo en esto reside lo novedoso y lo que amerita esta ponencia es que en muchos casos, como el que estamos presentando aquí, se considera cualquier tipo de discurso como discurso político cuando no lo es. Existe una tendencia en los llamados estudios culturales y CDA a analizar los titulares de los periódicos bajo la consigna de estar tratando discurso político.
Hasta aquí hemos hecho dos cosas. En primer lugar definir algunas condiciones mínimas pero no suficientes ni excluyentes sobre el discurso político, estas son, el discurso producido en el ámbito del Estado y de la sociedad civil con vistas a alcanzar el poder político. La segunda cosa que hemos hecho fue impugnar el análisis de los medios como análisis del discurso político.
Ahora debemos afrontar lo inevitable: ¿Qué es el discurso político? Al menos ¿A partir de que podemos determinar que es discurso político y que no lo es?
Para resolver esta cuestión adoptaremos la posición de la pragmática que define al discurso político no como un género, mucho menos aún a partir de su contenido ni ámbito de circulación sino más bien por su efecto. Aquí está la clave de la definición de discurso político. El discurso político es aquel discurso que genera un efecto en el destinatario.
Un efecto concreto a partir del que se puede distinguir el discurso político puede ser considerado lo llamado “efecto de destinación múltiple” (E. Verón 1986, M. M. García Negroni 1988). En concreto podríamos decir que el discurso político es aquel discurso que independientemente de su ámbito de producción y circulación, como así de su contenido, puede generar una destinación múltiple, o por decirlo de otra manera, la posibilidad de que el destinatario adopte distintas posiciones frente al mismo, ya sea a favor, en contra, o neutra. Esta distinción puede provocar inconvenientes y confundir la esta categoría de discurso político con la de discurso polémico. En tal caso podríamos decir que el discurso político es necesariamente polémico, a menos que alcancemos la racionalidad comunicativa prescripta por Habermas. En términos reales deberíamos asumir que el discurso político, e incluso la política misma, más allá del discurso y como categoría analítica de la filosofía implica de alguna manera la polémica. Para el caso de esta categoría para la filosofía política hablaríamos más bien del conflicto que de la polémica.
Regresemos un poco por los pasos que hemos andado en este punto. ¿Son entonces los titulares analizados por Trew discurso político? A pesar de que puedan generar polémica y tener un efecto de múltiple destinación en sus receptores sostenemos que es más adecuado considerar este tipo de discurso bajo el título de discurso periodístico o discurso de los medios. En tal caso, si alguien, a partir de este discurso generara un nuevo discurso que provoque un efecto de destinación múltiple, tal vez en ese caso efectivamente estemos frente a un verdadero discurso político.
En el apartado anterior mencionamos a W. Benjamín. En tal caso apelando aquí nuevamente a él a través del análisis de la cultura a partir de sus producciones, ya sean de la “alta” o “baja” cultura, podríamos considerar el film del Monty Pithon “La vida de Brian” (1979) como un caso interesante para abordar esta cuestión. ¿Cuál es el alcance del discurso político? Sin ánimos de contar o recrear aquí dicho film podríamos mencionar sintéticamente que este trata de un hombre común y corriente de la Judea del año 0 de nuestra era que por mera cuestión aleatoria es considerado el Mesías. Él, Brian sabe con toda seguridad que el no es el Mesías. Aún así encuentra muy dificultoso explicarle esto a la multitud, a los romanos, al frente para la liberación de Judea y el frente de Judea para la liberación. Este ejemplo nos muestra un emisor que ya no es dueño de su discurso y este cae ya bajo el dominio arbitrario y tirano de sus receptores no pretendidos.
Este ejemplo del arte nos muestra paródicamente los alcances del discurso político. Este caso ilustrativo nos da una idea de los efectos pragmáticos del discurso político.
Fuera del arte, esto es, en términos pragmáticos consideramos discurso político aquel discurso capaz de provocar efectos polémicos o de destinación múltiple. Aún así acotaríamos esta definición a partir de los principios que enunciamos anteriormente que lo vinculan al Estado o de alguna manera al poder –no a secas sino- implicado a la política. Para aclarar esta cuestión, un padre puede tomar una determinación frente a su hijo provocando este efecto pragmático de destinación múltiple dividiendo las posiciones de la madre y hermanos y aún así, implicando esto una cuestión de poder, no estaríamos en condiciones de afirmar que el discurso de ese padre sea discurso político.
Creemos que de esta manera resolvemos en buena medida varios interrogantes en torno al discurso político, aún así quedaría ligar muchas de estas cuestiones con lo mencionado en el primer punto en relación al CDA.
Habíamos mencionado que el CDA posee un aspecto metodológico muy conveniente para el análisis del discurso político. Esto es la noción de registro. Como habíamos mencionado entonces el registro es el punto donde convergen el campo, el tenor y el medio. Estos aspectos al mismo tiempo definen las tres metafunciones fundamentales de la gramática funcional. El registro puede ser de suma utilidad para distinguir el discurso político –a pesar que este no es sensible al efecto pragmático de destinación múltiple que mencionamos en este punto y que distinguiría al discurso político- al permitirnos identificar quien habla, que medio utiliza y que dice. La combinación de estas tres coordenadas nos permitirían identificar o al menos darnos indicios claves para detectar si la naturaleza del discurso el político o no.
Nos hemos esforzado en el punto anterior de demostrar que el CDA de por sí no asegura la naturaleza genuinamente crítica del análisis y la cuestión de que esta corriente ignore este principio pragmático del discurso político es una pieza clave para nuestra argumentación.
De esta manera creemos haber resuelto si no al menos tratado la cuestión que pretendíamos en el título de esta ponencia, el análisis crítico del discurso y la crítica del discurso en torno al discurso político.

Conclusión.
El foco de este trabajo es claramente el discurso político y su abordaje crítico desde el análisis crítico del discurso (CDA) y el análisis crítico independientemente de esta perspectiva. Para ello nos detuvimos en un comienzo a observar brevemente algunos principios metodológicos de la corriente crítica del CDA y observar otras variantes críticas posibles como la del postestructuralismo. A continuación intentamos establecer una definición posible de discurso político. En este sentido se podría considerar que el orden de los factores es inverso, aún así consideramos que el orden de los mismos no alteran el producto.
En conclusión abordamos a que la corriente crítica del análisis del discurso (CDA) a pesar de ser genuinamente crítica especialmente a partir de los trabajos de autores como N. Fairclough, no garantiza por sí sola ni una crítica del discurso, ni una definición apropiada de la noción de discurso político.
El aporte aquí presentado intentó incorporar el principio pragmático de efecto de destinación múltiple presentado por E. Verón y M. M. García Negroni más la perspectiva de análisis postestructuralista para lograr una genuina crítica del discurso.
De alguna manera el ejercicio aquí presentado es una suerte de crítica a la corriente crítica de análisis del discurso, o en mucha menor medida, una deconstrucción del CDA. No pretendemos haber logrado esto, sino más bien haber planteado cuestiones fundamentales respecto al análisis crítico del discurso político.

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