martes, 1 de julio de 2008

Hegemonía K. Discurso y hegemonía en Argentina 2003-2005 (Borrador)

Hegemonía K. Discurso y hegemonía en Argentina 2003-2005.

por: Ricardo Esteves ric.esteves@gmail.com

Facultad de Ciencias Sociales, UBA, Buenos Aires

Resumen

Este artículo analiza empíricamente como se articula de manera “Vertical” un discurso que consiguió hegemonizar una identidad popular. Nuestro corpus son las alocuciones que componen los discursos oficiales del presidente Kirchner desde 2003 al 2005. En ese discurso privilegiaremos cuatro tópicos o demandas a partir de las cuales se articulan series de distintas demandas que entran en equivalencia, dicotomizan el espacio socia y, constituyen la figura de un líder. Las cuatro demandas que consideraremos son “Derechos Humanos, “Deuda Extrena”, “Integración Regional” y “Recursos Naturales –poniendo especial énfasis en el petróleo” En este análisis identificamos empíricamente las un aspecto del momento articulatorio por medio del cual se establece un discurso hegemónico y una identidad popular.


Introducción


En esta discusión intentamos señalar que el populismo no es una forma particular de liderazgo político sino una práctica articulatoria de “lo político”. En otras palabras, el populismo, como la hegemonía, no es una manera específica de hacer política, sino algo puramente político.

El populismo, como la hegemonía, se inscriben en lo político porque involucran relaciones que se pondrán en juego dando como resultado un sujeto: el pueblo.

La identidad se pone en juego por medio de la demanda. Cuando esta demanda entra –o es articulada- equivalencialmente con una serie de demandas distintas, se logra condensar bajo una sola demanda, un significante privilegiado, una identidad. Es como la ilusión de que todos quieren, “demandan” lo mismo, cuando las demandas en juego son diferentes.

En este esquema proponemos trabajar a un nivel muy concreto y empírico de una de las dimensiones de la hegemonía. Intentaremos hablar sobre el discurso y la hegemonía en la argentina durante los dos primeros años de gobierno de Néstor Kirchner.

La dimensión en la que analizaremos la articulación hegemónica es la del discurso.

La categoría discurso ya de por sí introduce una serie de complicaciones por su polisemia. El discurso según lo que entendemos en nuestro esquema es lo que posibilita la articulación política, hegemónica o populista y la dicotomización del espacio social.

Es por medio del discurso que se ponen en juego las identidades, la figura del líder, el establecimiento de las demandas y su articulación de forma hegemónica.

Como hemos –intentado- exponer, la hegemonía es una categoría compleja. Específicamente reconocemos dos momentos. Existe un momento “horizontal” en el que las distintas demandas comienzan a entrar en equivalencia. Existe otro momento vertical o específicamente político en que se genera el acto[1] articulatorio por medio del cual se intenta suturar esta pluralidad de demandas bajo ilusión de una totalidad completa. Esto funciona con una lógica idéntica al de la condensación y desplazamiento de la teoría freudiana.

En el momento horizontal se da un fenómeno de desplazamiento, por medio del cual los significados no logran fijarse en un significante específico, casi como en un movimiento metonímico.

El momento vertical funciona como la condensación, cristalizando esas series alineadas equivalencialmente en un significante privilegiado. En este momento de articulación política es donde se trata de cristalizar en un significante, en una demanda, todas las demás demandas. En otras palabras, se genera una demanda en la cual “todos” se pueden identificar. Esta operación de condensación interviene en el momento horizontal bajo la lógica de la metáfora. Es decir, ya no todas las demandas significan lo mismo, sino que un significante específico logra anclar a los significantes flotantes generados en el momento horizontal. En otras palabras, la demanda que genera una identidad popular establece hegemonía, en la medida que genera una identidad que se puede encontrar bajo la noción de pueblo.

El objetivo de este trabajo es intentar entrever esa lógica articulatoria a nivel empírico en la Agentina de comienzos del siglo XXI. En otras palabras, intentar señalar de que manera se logró articular un discurso hegemónico que replanteó las identidades populares que se habían generado en argentina en la década del noventa del siglo XX.

La gran pregunta que surge cada vez que se intenta analizar la teoría de la Hegemonía y el populismo de Laclau a nivel teórico es: ¿Cómo se operacionaliza esta teória? En los casos más pesimistas las posición es simplemente que la teoría de Laclau funciona solo a nivel teórico y no puede ser operacionalizada a nivel empírico.

Con este desafío por delante intentaremos a partir de cuatro ejes, puntos neurálgicos o significantes privilegiados a partir de los que se logró o al menos intentó articular verticalmente una demanda popular.

Esas cuatro demandas privilegiadas que analizaremos son, “los derecho humanos”, “la deuda externa”, “La integración regional”, y “los recursos naturales (poniendo especial énfasis en el petróleo)”.

La dimensión del discurso, en la que operaremos empíricamente, la consideramos a partir de los supuestos teóricos que hemos discutido en profundidad en la introducción y demás artículos de este volumen.

Lo primero que podemos decir sobre esto es que no entendemos por discurso una modalidad específica de habla, a pesar que en este caso efectivamente nuestra fuente o corpus provenga de modalidades o situaciones discursivas muy particulares.

El corpus, el material empírico en el que intentaremos establecer como se intentó articular hegemónicamente de manera vertical demandas populares en torno a estos cuatro ejes proviene de las alocuciones oficiales del presidente Néstor Kirchner entre el 2003 y el 2005.

La noción de alocución aquí es de relevancia para distinguir esa situación de enunciación del discurso en sí mismo. Por medio de estas alocuciones es que accedemos al discurso, una materia mucho más densa que el de los simples enunciados.

Este problema de las alocuciones, discurso y enunciado intentamos resolverlo provisoriamente haciendo referencia a un discurso y una hegemonía K.

El discurso como es planteado en este trabajo no se puede atribuir con tanta simpleza a un sujeto, más aún a un sujeto empírico con nombre y apellido. Por el contrario, es el discurso el que establece al sujeto, o al menos las identidades que brindan la posibilidad de emergencia de un sujeto.

Con esto en mente hacemos alusión a una hegemonía K, pues bien a pesar de que no se le pueda asignar a un sujeto empírico sí se puede reconocer un líder que permite el juego de lo simbólico y lo imaginario, y este líder es encarnado por el presidente Kirchner[2], pero al mismo tiempo no podemos reducir éste a sujeto del discurso hegemónico. Por otro lado y ya en la tradición de asignar a los interrogantes letras como “x” e “y”, ponemos de manifiesto la lógica implícita de todo el planteo: El de no poder asignarle un discurso a un sujeto.

Un aspecto tanto teórico como metodológico que cabe destacar aquí y que aunque se encuentra implícitamente en las referencias del marco general de este proyecto es la noción de retórica.

La retórica en términos de Laclau es el trasfondo que funda el lenguaje y la discursividad[3]. La retórica o la catacrésis (principio mismo que permite la tensión entre lo propio y lo figurado) presentan un trasfondo que hace posible cualquier tipo de significación.

Para cerrar esta introducción y en respuesta a los comentarios y devoluciones de mis colegas, me gustaría dejar en claro que aquí la hegemonía no es considerada como el resultado voluntarioso de un individuo. El populismo es justamente el juego de relaciones que hace posible la emergencia de lo político, la demanda, la figura del líder y la dicotomización del espacio social.

Que las demandas que entran en cadena de equivalencia son contingentes y no el resultado de una operación meditada y calculada. El mejor ejemplo de esto es el “que se vayan todos”. Pero también es cierto que eso que conocimos bajo ese nombre tampoco experimentó un momento de articulación en sentido vertical, es decir que condensara esas demandas desplazadas. Aún así, este desplazamiento es un momento indispensable y que consideramos aquí.

Este artículo simplemente describe cierto aspecto de la articulación hegemónica y la reconoce en todo momento como contingente. Al mismo tiempo reconozco el aspecto particular que me gustaría señalar genera el riesgo de generar esta duda. De pensar en una categoría de poder que permite a un sujeto sobredeterminar significados.

Para aclara esta cuestión vuelvo a Laclau, esta vez en relación directa al poder (E. Laclau. 1994:p.8)[4]. Aquí Laclau básicamente propone que el poder es algo que se constituye en lo social. Es decir que éste no es anterior, ni ajeno, ni que puede operar con autonomía social dado que lo social la establece como una ontología de lo social. En cualquier caso el poder no es otra cosa que una sedimentación de relaciones contingentes (Ibidem: p.23).

Esto simplemente para aclarar que no desconozco el momento horizontal, en el que surgen y proliferan las demandas y mis compañeras muy bien lograron penetrar en ese momento del discurso a través de las entrevistas. La omisión de las entrevistas en este artículo no implica un desconocimiento de las mismas, sino más bien es una manera de plantear este artículo de manera accesoria y presentar otro aspecto del mismo problema.

Queda claro entonces la perspectiva desde la cual este análisis considera estas operaciones contingentes, pero condicionado por las demandas, que surgen inconteniblemente y anárquicamente. Que en este marco no hay lugar para un cálculo estratégico.

Este trabajo descriptivo no intenta en ningún momento establecer o desentrañar algún cálculo intencional en la operación de articulación. Intenta simplemente describir ese juego contingente que establecen las operaciones articulatorias.

Derechos humanos.

Consideramos 3 alocuciones. La del 16 de diciembre del 2003 en el acto de presentación del archivo de la memoria, la del 23 de marzo del 2004 y la del 7 de diciembre del 2004 en el acto de la memoria de las víctimas judías de la dictadura. A los seis meses de asumir el presidente Kirchner presentó el archivo nacional de la memoria. Cuatro meses después de esto, el día del 28 aniversario del golpe de Estado de 1978, el presidente Kirchner crea el museo de la memoria en la ESMA. Antes de que termine el 2004 el presidente Kirchner se volverá a pronunciar a favor de los derechos humanos en un acto en memoria de las víctimas judías de la dictadura.

En el acto del 16 de diciembre del 2003 en la alocución o discurso oficial por medio del cuál el presidente Kirchner instauraba el museo de la memoria -que ya la misma pragmática del discurso y los actos de habla mucho nos dicen de todo el significado y efecto material puede tener un enunciado- realizaba un acto por el cuál no solamente creaba un ámbito nuevo (“El archivo de la memoria”) sino que intentaba hacer entrar en cadena de equivalencia una serie de demandas tanto populares como democráticas[5].

El archivo de la memoria es por un lado una estrategia de articulación de demandas de derechos humanos a partir de un significante privilegiado, la última dictadura militar. Por un lado la demanda de memoria o en su defecto justicia, entra en cadena de equivalencia por un acto articulatorio con otras demandas.

En palabras del propio presidente Kirchner:

…creo que los argentinos en esta difícil tarea de restaurar, de consolidar y de refundar nuestra propia identidad, nuestra propia cadena de valores, nuestros propios valores culturales, estamos en todas las instancias ante el punto de inflexión. Seguimos conviviendo en la sociedad del doble discurso y la hipocresía o avanzamos decididamente en la construcción de nuestra verdad, en la construcción de nuestra realidad, en la construcción de la justicia, en el quiebre de la impunidad, hacia la consolidación de una sociedad donde definitivamente otros sean los parámetros que guíen las acciones de todos los que la integramos”.

Literalmente por medio de este acto de habla y práctica articulatoria se busca hacer entrar en cadena de equivalencia los derechos humanos –bajo un significante privilegiado, la última dictadura- con la construcción de nuevos valores, una nueva verdad y realidad con justicia y sin impunidad, y por sobre todo, que logre “consolidar una sociedad”.

Este es un ejemplo claro de cómo empíricamente se articulan una serie de demandas. Casi como un lector de Laclau el mismo presidente Kirchner planteo que esto no es otra cosa que una “cadenas de valores” que permitirán refundar una nueva identidad, propioa, bastaría agregar, popular.

En esta práctica articulatoria, como ya dijimos se articular demandas tanto populares como democráticas y como ya dijimos este no es fácil de determinar con precisión. Específicamente nos encontramos con casos específicos como este en el que la misma demanda pone en juego su ambivalencia de popular y democrática.

“Porque esa es la voluntad de los que ya no están, es la voluntad de una Argentina diferente, es la voluntad por la que militaron durante muchísimo tiempo y pusieron sus ideas, su espíritu, su corazón y su vida al servicio de un proyecto diferente de Argentina.”

En este juego entre las demandas democráticas y populares también se pone en juego la dicotomización del espacio social. Hemos mencionado que la hegemonía o el populismo es la pretensión de poder generar una ilusión de complitud, como en este caso sería una Argentina nueva, una “Argentina diferente”. Ese intento de cierre genera una dicotomización del espacio social porque excluye en su imposibilidad de sutura. Podríamos decir que al intentar cerrar el “proyecto de la Argentina diferente” hay quienes no pusieron sus “ideas, espíritu, corazón o vida” al servicio de este proyecto. En otras palabras, esta demanda no necesariamente sería popular. Esto es sería una demanda democrática, porque busca satisfacer la necesidad de aquellas personas que militaron por la Argentina diferente, es decir un grupo específico; que por más que quisiera imponer esa demanda como una popular, esta operación no se da de forma tan sencilla.

Lo que buscamos señalar aquí es la complejidad de la articulación hegemónica, que no solo hace entrar en cadena de equivalencias demandas no satisfechas, sino que también e indistintamente demandas populares y democráticas sin poder establecer con precisión cuales son puramente de cada tipo.

Dos cuestiones que hay que poder diferenciar es el sujeto o incluso locutor del discurso y la cuestión del líder. Esta figura, este punto de referencia que permite transferir una identidad, que por medio de la sugestión generará un lazo libidinal, social, es el lider (Laclau, 2005: pags. 76-77.) Que por medio de la enunciación se cree un líder que intente apropiarse o adjudicarse sus mismas palabras, o el mismo discurso, no debiera confundirnos.

El caso concreto lo podemos observar cada vez que se hace presente en las alocuciones la misma persona del presidente. Concreta, cada vez que se utiliza la primera persona del singular, la forma “yo”. Un dato aún más significativo es cuando esta forma “yo” se utiliza como sujeto al comienzo de la oración, forma gramatical redundante. Esto simplemente muestra como el discurso debe remarcar la figura del lider. Aún así, no debemos confundir la figura del líder con la del sujeto del discurso, que por el contrario debiera ser el pueblo.

Por eso yo siento[6] esta sensación, la sensación de que estamos haciendo algo que tenemos que hacer, pero también siento la bronca de que lo tenemos que hacer porque los argentinos no estuvimos a la altura de la historia y las circunstancias.

Concretamente este fragmento de esta alocución describe el funcionamiento del mecanismo de identificación del modelo Freudiano que rescata Laclau para dar cuenta del populismo.

Aquí podemos apreciar empíricamente la operación por medio de la cual aparece el líder y genera el lazo identitario, que en este caso –y en referencia a los derechos humanos- se funda en los sentimientos de bronca y lo que se está haciendo (la creación del archivo de la memoria) y el anuncio y promesa de lo que se debe hacer.

“Las cosas hay que llamarlas por su nombre y acá si ustedes me permiten, ya no como compañero y hermano de tantos compañeros y hermanos que compartimos aquel tiempo, sino como Presidente de la Nación Argentina vengo a pedir perdón de parte del Estado nacional por la vergüenza de haber callado durante 20 años de democracia por tantas atrocidades”.

Una posición muy clara. Una operación articulatoria en la que se presentan varios de los elementos y categorías que conforman nuestro esquema de análisis. La primera del mismo reconocimiento preformativo de las palabras, de cómo la enunciación permite este juego de corrimientos y personajes, que puede ser tanto un hermano o hermana, un compañero de militancia o hasta inclusive el mismo presidente de la República[7].

En el centro la demanda de una disculpa formal, un reconocimiento por parte del Estado y la democracia. La necesidad de recomponer el dolor y la “vergüenza” de haber vivido un tiempo atroz.

Poco más de tres meses más tarde, el 24 de marzo del 2004. en el Acto de firma del convenio de la creación del museo de la memoria y para la promoción de los derechos humanos, Kirchner vuelve a presentar esta demanda, aún insatisfecha, pero por medio de este juego de la retórica y catacresis. El mismo lugar que había funcionado como campo de detención y campo de concentración y tortura, es por este acto de habla, un lugar para rescatar la memoria.

Este es el aspecto específico al que hacemos referencia al hablar de articulación. Como se condensan una serie de demandas, distintas entre sí, bajo un significante privilegiado, en este caso, la ESMA. Aquí hay un acto de resignificación que busca al mismo tiempo de intentar satisfacer una demanda, crear una nueva identidad popular. Una identidad que pueda mirar al pasado y recatar en la memoria el horror del régimen militar de esta forma.

“Hablemos claro: no es rencor ni odio lo que nos guía y me guía, es justicia y lucha contra la impunidad. A los que hicieron este hecho tenebroso y macabro de tantos campos de concentración, como fue la ESMA, tienen un solo nombre: son asesinos repudiados por el pueblo argentino.”

Sin hacer mayor referencia a como funciona la negación en el lenguaje a que vagas menciones a Benveniste, Ducrot o hasta incluso Wittgenstein, de esta operación imposible que necesita afirmar algo que representa una ausencia, es decir negar implica admitir que hay algo que es que debe ser negado.

En otras palabras además de rencor u odio –ó de manera más elegante “repudio”- son justicia y lucha contra la impunidad lo que se está poniendo en juego en esta operación articulatria.

Aquella bandera y aquel corazón que alumbramos de una Argentina con todos y para todos, va a ser nuestra guía y también la bandera de la justicia y de la lucha contra la impunidad. Dejaremos todo para lograr un país más equitativo, con inclusión social, luchando contra la desocupación, la injusticia y todo lo que nos dejó en su última etapa esta lamentable década del ’90 como epílogo de las cosas que nos tocaron vivir”.

Aquí todavía intensifica esta lógica articulatoria al convertir esta demanda, esta causa, esta “bandera”, es también la “bandera de la justicia”, “la lucha contra la impunidad”, “lograr un país más equitativo”, con inclusión social, sin desocupación, sin injusticia y representa todo lo contrario del menemismo.

Esto resume en gran medida todo nuestro punto sobre el populismo, o al menos desde este aspecto particular que aquí buscamos señalar. El populismo, en el momento de la articulación es la capacidad de establecer una operación simbólica –como puede ser convertir la ESMA en un museo- y poner bajo ese significante otra serie de significantes o demandas que son contingentes entre sí.

En otras palabras el populismo es el momento en que la significación de este significante articulado brinda la posibilidad de múltiples interpretaciones, hasta que casi idealmente esta demanda pueda contener a todas las demás demandas.

Pero la noción de complitud o sutura es solo una ilusión porque en esta misma operación se produce una dicotomización del espacio social. Con la necesidad de poder presentar esta identidad completa se establece un afuera constitutivo, un punto de vista que pueda –en clave Lacaniana- devolvernos una imagen completa de nosotros mismos.

Por eso, hermanas y hermanos presentes, compañeras y compañeros que están presentes por más que no estén aquí, Madres, Abuelas, chicos: gracias por el ejemplo de lucha. Defendamos con fe, con capacidad de amar, que no nos llenen el espíritu de odio porque no lo tenemos, pero tampoco queremos la impunidad. Queremos que haya justicia, queremos que realmente haya una recuperación fortísima de la memoria y que en esta Argentina se vuelvan a recordar, recuperar y tomar como ejemplo a aquellos que son capaces de dar todo por los valores que tienen y una generación en la Argentina que fue capaz de hacer eso, que ha dejado un ejemplo, que ha dejado un sendero, su vida, sus madres, que ha dejado sus abuelas y que ha dejado sus hijos. Hoy están presentes en las manos de ustedes.

Aquí la dicotomización del espacio social se da por la imposibilidad de asignar identidades y por la misma imposibilidad estructurale de poder, incluso en la identidad popular, incluir todas las demandas e identidades en juego.

Antes de que termine ese mismo año, el 7 de diciembre del 2004 Kirchner realiza otro acto en el que pronunciará un discurso en memoria de las víctimas judías de la dictadura.

A primera vista uno puede sospechar que se puede tratar de una demanda democrática, una demanda que afecta específicamente a un grupo concreto e identificable. En este caso ya no es en memoria de las víctimas de la dictadura sino de las víctimas judías de la dictadura.

El acto de articulación que aquí se pone en juego es el de articular otras demandas que de la misma manera son tanto democráticas como populares y que tiene que ver con los atentados – y su falta de clarificación, por no decir impunidad- de la embajada de Israel y la AMIA

“Estoy como amigo, como hermano y como hijo, los abrazo fuertemente y realmente felicito a las autoridades de la AMIA por el reconocimiento a estos luchadores por la justicia, por la equidad, y Dios quiera que pronto avancen decididamente todas las causas judiciales y en la Argentina podamos decir que ya no quedan rastros ni senderos de aquellos instrumentos que hicieron consolidar la impunidad. Muchísimas gracias”

Este caso reitera como la demanda por derechos humanos sepuede articular creando ramificaciones complejas de demandas democráticas y populares. Por un lado las democráticas que pueden ser las demandas de las autoridades de la AMIA, que al mismo tiempo están contaminadas de un elemento popular porque estas demandas tienen que ver con el esclarecimiento de dos atentados dirigidos específicamente al pueblo judío pero sufrido y padecido por la Argentina en su conjunto. Aparecen demandas insatisfechas como el avance en las demandas, y como siempre las mismas demandas –predominantemente populares- que hemos visto asociadas en las distintas alocuciones del presidente Kirchner. Estas son la “Justicia”, “Equidad” y la lucha contra la “impunidad”.

Creo que hemos podido mostrar de manera esquemática como opera la articulación en el proceso de hacer equivalentes una serie de demandas distintas. Concretamente mostramos como se establece un discurso populista en torno a la demanda de derechos humanos.

Deuda.

Esta es otra demanda que ha sido articulada en los distintos discursos de la democracia argentina reciente. Todos los presidentes desde la vuelta de la democracia han articulado de formas distintas esta demanda: la deuda.

En el caso de Kirchner siempre tuvo un discurso esquivo sobre el pago de la deuda. Claramente no se alineaba ni con la postura –ó el discurso- de De la Rúa de que era necesario “honrar los compromisos adquiridos[8] ni con el discurso de Rodríguez Saa que sostenía: “Vamos a tomar el toro por las astas... Vamos a hablar de la deuda externa. (…), anuncio que el Estado argentino suspenderá el pago de la deuda externa”[9].

En este punto es necesario volver a hacer énfasis en los actos del lenguaje y la retórica, Esto significa que no es solo lo que se dice, sino como se dice lo que en definitiva carga de significado al discurso. Con esto quiero remarcar estas dos posturas, muy disímiles como opuestas, y también tajantes respecto a la cuestión de la “deuda”, se paga o no se paga y con que énfasis se plantea en cada caso. En este sentido la posición enfática, -si pudieramos hacer referencia a la dimensión oral del discurso- la prosodia y la connotación del tono de voz, podríamos sostener que estas posiciones son tan sólidas y contundentes como dicotómicas. La deuda se honra como un compromiso ó no se paga nada.

En este escenario Kirchner planteaba una propuesta distinta a estas dos. No podríamos decir que el punto de Kirchner es intermedio, pero al menos sale de este planteo dicotómico. Aún así este discurso reconoce la centralidad y la delicadeza que implica la deuda.

Este gobierno seguirá principios firmes de negociación con los tenedores de deuda soberana en la actual situación de default, de manera inmediata y apuntando a tres objetivos: la reducción de los montos de la deuda, la reducción de las tasas de interés y la ampliación de los plazos de madurez y vencimiento de los bonos.”[10]

Aquí plantea pagar la deuda pero bajo condiciones más justas para la Argentina. Concretamente habla de “reducción de montos” y de “tasas” así como de “plazos”. De esta manera aquí está estableciendo una serie de condiciones. De esta manera Kirchner logra no tener que decir de forma tan drástica ni dramática, como los casos anteriores de De La Rúa y Rodríguez Saa. No plantea una postura determinante, aunque sí mantiene firmeza en la decisión.

Sabemos que nuestra deuda es un problema central. No se trata de no cumplir, de no pagar. No somos el proyecto del default. Pero tampoco podemos pagar a costa de que cada vez más argentinos vean postergado su acceso a la vivienda digna, a un trabajo seguro, a la educación de sus hijos, o a la salud.”

Aquí este discurso comienza a tomar distancia y diferenciarse de los demás proyectos respecto de la deuda, toma distancia de Rodríguez Saa al decir que no es proyecto del default, y también de De la Rúa al plantear que no se puede pagar incondicionalmente, que deberá anteponer al pago de la deuda las necesidades del pueblo.

Aquí podemos ver como operan distintos dispositivos, como puede ser la dicotomización del espacio social. Al tomar distancia, al poner afuera estos proyectos está planteando un adversario, un enemigo.

Al mismo tiempo volvemos a ver como se vuelven a articular demandas. Ahora la deuda está relacionada a la postergación a la vivienda digna, el trabajo seguro, la educación y la salud.

En esta cadena equivalencial la deuda, o la demanda sobre que se debe hacer con la deuda está articulada con otras demandas como las que mencionamos, vivienda, trabajo, educación y salud.

Lo que nos revela la comparación entre los discursos en torno a la deuda de estos tres presidentes (que se continuaron en el período 1999-2003) es ver diferencialmente como cada discurso intenta articular distintas demandas en torno a la deuda en un intento de poder elevar la “deuda” como una demanda popular.

En el caso de De la Rúa es el “honor” lo que obliga a respetar el compromiso que significa la deuda. En el caso de Rodríguez Saa es una jugada osada de nacionalismo popular, que plantea la deuda casi como una cuestión de soberanía nacional.

Kirchner hace otra operación. La deuda entra en equivalecia con vivienda, trabajo, educación y salud.

A comienzos del 2003 comienzan una serie de gestiones para proponer por parte del gobierno un canje de deuda. Aquí “canje de deuda” es un significante que se construye, como pudo ser en su momento “el blindaje”. La diferencia entre el blindaje, que en definitiva era u nuevo préstamo para poder pagar los intereses de la deuda, y el canje de deuda, es que este último se presentaba como una oportunidad concreta de “pagar la deuda”, o al menos –y esto es sumamente interesante- el canje de deuda fue leído por la opinión pública de esta manera: pago de la deuda.

Menos de dos años después de haber pronunciado ese discurso, el 3 de marzo del 2005 se anuncia el éxito de la adhesión por parte de los tenedores de deuda argentina la adhesión al canje de deuda. La demanda sobre la deuda, o al menos su significante, que ya en este discurso se encuentra articulado con vivienda, trabajo, educación y salud, se consolida con el anuncio de la adhesión del canje de la deuda.

Este discurso ó alocución es considerablemente larga. Básicamente en este discurso Kirchner intenta hacer tres cosas. Resaltar la figura del líder como aquel sujeto extraordinario que es capaz por sí mismo eliminar el obstáculo estructural más grave que ha enfrentado la Argentina en los últimos 30 años, algo que ningún presidente democrático logró hacer. Al mismo tiempo y al criticar a sus antecesores genera una dicotomización del espacio social trazando una línea que fuerza una toma de posición estableciendo al adversario. Aquí es donde se polemiza con el otro y se establece el enemigo. El tercer elemento que encontramos en esta alocución es la articulación con otras demandas. Básicamente desarrollo social, empleo y salud.

Lo que aquí es interesante señalar es como se le asignan significados a la adhesión del canje de deuda y articularlo con otras demandas.

“Los números con toda contundencia muestran hoy que nuestra deuda en cesación de pagos ha quedado reestructurada como resultado del proceso de canje que, oportunamente, anunciáramos.

Por sus particulares características en un proceso único y excepcional la reestructuración integral logró la máxima aceptación de los mercados y lo que es más importante se apoya en una racional sustentabilidad interna. Se trata de la remoción de uno de los más importantes obstáculos estructurales que enfrentaba nuestra recuperación.”

Aquí, ante todo, el locutor, de alguna manera resalta su logro como “único y excepcional”. Al mismo tiempo reconoce que este logro es un obstáculo que permitirá una recuperación interna sustentable. En otras palabras, resolver el problema de la deuda significa resolver problemas estructurales que tendrán consecuencias en distintos sectores. De esta manera la deuda es mucho más que la deuda, es un obstáculo, una dificultad que impide cierto progreso. Se señala aquí claramente que este no es un hecho fortuito y la figura del líder aquí se constituye a partir de aquel que posibilita este canje de deuda.

La deuda se hizo intolerable, tras 30 años de destrucción de lo argentino, con largos períodos de recetas impuestas, sobre todo en una última década de mantenimiento de políticas macroeconómicas no sustentables en nuestra realidad, que en algún momento contaron con la aprobación pública y privada internacional, en la que con el apoyo de la ortodoxia económica declamaban la importancia del superávit fiscal pero incrementaban geométricamente nuestra deuda para cubrir los crecientes déficit. Si lo sabrán los gobernadores de provincias y las provincias. Cada pacto fiscal que les tocó sufrir y soportar en pos de las necesidades globales del país. “

La deuda aquí es presentado como un mal endémico, un epidemia que se padece desde hace tres décadas. Y en el campo semántico de la enfermedad aparecen las recetas impuestas desde afuera. Desde médicos que por su ortodoxia no logran comprender la singularidad de la experiencia argentina.

Aquí se abre un espacio de dicotomización del espacio social confrontando ciertas perspectivas económicas. Por un lado a los gobiernos anteriores, se podría interpretar que el menemista, aunque de manera prudente, permite un deslizamiento del “ellos” al afuera, un lugar indeterminado, pero connotativamente exterior.

“La deuda se hizo intolerable, agravó la más larga y profunda recesión económica en por lo menos un siglo y medio, comenzada en 1998, ahondada por la impericia de quienes tuvieron la responsabilidad de conducir la economía y el gobierno, hasta llegar al colapso y sus consecuencias del 2001 y 2002. Endeudamiento sin límite, desocupación récord, desestructuración productiva, perdida de una parte del tejido social, pobreza, indigencia, riesgo de hiperinflación y desarticulación política precedieron e hicieron más dramática la cesación de pagos.

Aquí la dicotomización del espacio social se nota a simplevista. Puntualmente carga contra todos los gobiernos anteriores. Y de alguna manera existe un intento de marcar como responsables a los gobernantes que toleraron gobernar manteniendo esta situación que se haría incontenible. La dicotomización del espacio social que a partir de aquí se genera tiene un fundamento en una cuestión retórica. El presidente que después de dos años de gobierno y tras una de las más terribles crísis económicas y políticas que padeció la argentina logra renegociar los términos de la deuda externa y ofrece un canje por el cual se cancelaría una parte considerable de la “deuda externa”. Desde ese punto de enunciación aquí el locutor se pregunta –más bien desafía- a todos los demás presidentes que en circunstancias más favorables no solo no pudieron hacer algo para resolver la situación, sino que –según lo que aquí plantea- para empeorarlo.

Quienes han aceptado el canje se han asociado a nuestro crecimiento y obtendrán frutos del crecimiento y de nuestra economía. Pensamos, con humildad lo decimos y sin rencor alguno, que algunos de nuestros oponentes políticos también tienen que sacar enseñanzas de este proceso. Es fácil refugiarse en la crítica, augurar el fracaso y hablar mal del Gobierno y su propuesta. Bien lo sabrá el Doctor Alfonsín también. Era una vez más la oportunidad de sentarse a esperar el fracaso del otro para poder contar con posibilidades políticas. No advertir que se trataba del fracaso de un país, no el de un Gobierno, fue quizás el peor error de los que eligieron ese cómodo y perdedor camino.”

Como podemos ver, este canje de deuda es más una oportunidad para trazar la línea y obligar a tomar partido por un bando.

Quienes toman partido por el proyecto del gobierno recibirán recompensas: “frutos del crecimiento de la economía”. Nuevamente, y por supuesto “sin” rencor, quienes se ubican del otro lado de la línea, quienes no se suman a este proyecto, quedan claramente identificados como adversarios. En este caso donde es que se aplica presión, como con un cincel para rasgar “el espacio” es en la figura del expresidente Raúl Alfonsín.

Básicamente el espacio social aquí, con respecto al proyecto de canje de deuda, se dicotomiza entre aquellos que se “suman” y los que “esperan su fracaso”.

“Para finalizar estas reflexiones en voz alta que me he permitido hacer, sin triunfalismo, pero con exacta conciencia del logro que hemos obtenido, quiero destacar que se trata del fruto de la unidad nacional que se ha preservado en las horas más difíciles, porque frente a aquellos políticos irrepresentativos a que aludíamos antes, frente a los gurúes del mercado y las plumas de ciertos periodistas que despotricaban frente al canje, frente a esa pequeña parte de la vieja Argentina que apuesta al fracaso, se levantó la nueva Argentina que confía y que sabe que juntos podemos salir adelante.

Vuelve aquí la referencia semántica a la enfermedad. Habíamos vistos las referencias a las recetas y los malos, y aquí se mencionan a los “gurús” esos médico magos que justamente recomiendan “recetas mágicas”.

Aquí es interesante como se apela a la unidad nacional que es el resultado de la oposición, de un nuevo movimiento contrahegemónico que ha logrado reestablecer una identidad de pueblo o “una nueva Argentina que confía en que se puede salir adelante”.

Esta necesidad de cerrar la totalidad, poder plantear esta particularidad bajo la forma de un universal. Claramente se presenta aquí la tensión entre esa nueva totalidad que se quiere establecer a partir de un afuera constitutivo que es la “vieja Argentina que apuesta al fracaso”.

Esto no estaría completo sin el momento articulatorio, o cuando se intenta poner en cadena de equivalencias una serie de demandas, en este caso, bao el significante de la deuda.

Millones de argentinos que se permitieron soñar y trabajar todos los días, cientos y miles de empresarios que emprenden, producen, ayudan a que se produzca más y más riqueza en nuestra patria, una sociedad que quiere tener esperanzas y futuro, daban la batalla y remaban para que arribáramos a buen puerto. Argentina, sobre la base de esa unidad nacional, y buscando la unidad del continente, marcha hacia el cambio y necesita consolidar su crecimiento sustentable, lograr calidad institucional, atraer inversiones productivas, subir su productividad, mejorar la distribución del ingreso, crear empleo decente para avanzar con paso firme. Pero sabemos que en muchos casos el sólo crecimiento económico puede no ser suficiente para reducir drásticamente la pobreza. Las experiencias que lograron un desarrollo económico y lo tradujeron en progreso social, que de eso se trata, debieron abocarse a la generación de empleo para los más pobres, aumentar sus niveles de ingresos y darles un mejor acceso a la salud, la educación, nutrición, la vivienda, el agua potable junto a otros servicios vitales.

Aquí muy claramente pone en equivalencia una serie de demandas que están insatisfechas. Detrás del “canje de deuda” se encuentra la “unidad nacional”, “la integración regional”, “el cambio”, “el crecimiento sustentable”, “erradicación de la pobreza”, “progreso social”, y así sucesivamente. Aquí vemos que esta operación de establecer cadenas de equivalencias es al mismo tiempo significar. En algún sentido aquí podemos ver de que manera se intenta significar la deuda o “su canje”. En esta operación de articulación de varias demandas bajo un significante privilegiado vemos como al mismo tiempo esto permite una significación “popular” –si se me permite- en términos que un significante aislado como la deuda puede, a partir de esta articulación, se susceptible de una gama muy variada de demandas y consecuencia ser popular.

Integración regional

Dentro del tópico de la integración regional o las demandas que puedan surgir en torno a esta cuestión podríamos destacar la incorporación de Venezuela al MERCORSUR. Es también notable los acercamientos que tuvo el presidente Kirchner con el presidente de Bolivia, Evo Morales. Dado que sobre esta cuestión el material, el corpus, las alocuciones que lo constituyen, son númerosas. Por este motivo focalizamos aquí el análisis en las alocuciones que impliquen la relación con Venezuela. Esto permitirá de alguna manera entablar una suerte de transición con el próximo y último punto que son los recursos naturales. Lo que aquí se presenta que es relevante para el punto siguiente es la relación con el petróleo.

Lo interesante de estas alocuciones es que algunas de ellas son pronunciadas en Buenos Aires, otras en Venezuela, y muchas de ellas con la figura de Hugo Chavez –y el pueblo Venezolano- como alocutario[11].

Estos casos son prosupuestos muy interesantes porque se nota una acentuada modulación en el discurso y evidentemente éstos –los caso de las alocuciones del 21/11/2005 en Orinoco Venezuela, el 23/07/2004, 19/08/2003 en caracas Venezuela, y el 29/09/2005 en Brasilia, Brasil - están inmersos en contextos muy singulares y los espacios sociales que los constituyen muy distintos al de su comunidad lingüística originaria.

El 19 de agosto del 2003, a menos de seis meses de gobierno y con motivo de una visita del presidente Venezolano Hugo Chavez, el presidente Kirchner pronuncia unas palabras muy cálidas para con su amigo:

Señor presidente de la República Bolivariana de Venezuela, mi querido amigo don Hugo Chávez; (…): en nombre del pueblo argentino y en el mío propio quiero transmitirle a usted y a quienes lo acompañan una cordial bienvenida y la más cálida estadía en nuestra patria.

(…)

Venezuela y Argentina han sido cuna de dos grandes libertadores, Simón Bolívar y José de San Martín, sacrificados padres de la libertad sudamericana; son recordados en la historia por la inquebrantable vocación de construir una patria grande. No les fue simple enfrentar el dominio realista de España en una Sudamérica naciente y consecuentemente débil. Si ellos en su tiempo pudieron superar todo tipo de adversidades, no podemos nosotros no ser capaces de enfrentar la realidad que nos aplasta para cambiarla a favor de nuestra gente. Es nuestra misión sobreponernos a las dificultades del presente y avanzar en la unidad latinoamericana hacia un mañana mejor, cumpliendo así el sueño de nuestros padre fundadores.

Aquí es interesante de que manera se está construyendo la imagen del líder y como se articula la demanda de integración.

Aquí se establece la figura del líder apelando al mito originario de estas naciones y del proyecto de una Sudamérica unificada.

El 19 de agosto del 2003, a menos de seis meses de gobierno y con motivo de una visita del presidente Venezolano Hugo Chavez, el presidente Kirchner pronuncia unas palabras muy cálidas para con su amigo:

En el año 2003 conmemoramos el primer siglo y medio de la instauración de nuestras relaciones diplomáticas. Para cualquier argentino es esta una buena ocasión para afianzar nuestra amistad con nuestros hermanos venezolanos, profundizando el intercambio comercial y desarrollando la mejor integración política y cultural de nuestros pueblos. Al cabo de estos 150 años es fácil observar los incontables gestos con los cuales el pueblo venezolano demostró su amistad fraternal para con nosotros. En los años ´70, cuando los argentinos nos debatíamos ante el peor terrorismo de Estado que la memoria del continente recuerda, fue Venezuela una de las tierras que generosamente abrió sus puertas a muchos perseguidos políticos que escapaban a la violencia establecida. ()

No fue un simple acto de asilo; se trató de una integración social auténtica en la que los venezolanos abrieron sus puertas y ofrecieron su mano amiga a quienes eran condenados a un inmerecido destierro.(REIVINDICACIONES DERECHOS HUMANOS DECADA DEL 70) En aquellas tierras caribeñas se consolidaron familias de compatriotas de las que nacieron hijos argentinos.

Un caso patente de esto es el discurso del 23 de julio del 2004, con motivo de la rueda bilateral bolivariana.

Un aspecto notable es la cordialidad del trato entre Kirchner y Chavez.

“Junto al señor Presidente de esta querida nación, que tan fraternalmente nos acoge, el amigo Hugo Chávez Frías, coincidimos en la percepción de que la historia nos exija a los latinoamericanos ser protagonistas de un cambio de época

Aquí la estrategia de poder apelar a un sujeto popular es mediante elementos identitarios comunes.

Las raíces históricas y culturales compartidas, los profundos lazos de estrecha colaboración que soñaron, proyectaron juntos y comenzaron a construir José de San Martín y Simón Bolívar, en Guayaquil, unen fraternalmente a nuestros pueblos y nos obligan a realizar nuestro mayor esfuerzo para hacer de la cooperación el sustento de una asociación franca y profunda, asentada en la confianza, en la solidaridad y en la complementación.”

En algún sentido, leyendo estos dos párrafos, podríamos estar tentados a sospechar que pudo haber un intento de poder deslizar estas dos figuras, Kirchner y Chavez hacia una identidad paradigmáticamente popular como la de San Martín y Bolivar. Independientemente de esto está claro la apelación a un pasado y una ideantidad común que se remonta a un siglo atrás, a uno o dos próceres y alguna referencia histórica.

Aquí empieza a surgir algo muy interesante. La cuestión de la integración, al menos con Venezuela empieza a implicar otras cuestiones, concretamente petróleo. Vemos en este discurso que el acercamiento entre la República Argentina y la República Bolivariana de Venezuela se debe a cuestiones de afinidad y una historia compartida. También se hacen referencias a la alineación política en contra del neoliberalismo. Pero hay un elemento, un significante que no guarda relación semántica alguna con cualquier de estas cadenas: El petróleo.

En medio de una retórica popular, que en el discurso de Kirchner, nos transporta por medio de una mística, de ilusión de poder ampliar ese horizonte de la diferencia en un ámbito más vasto, irrumpe el petróleo.

“El acercamiento entre la Argentina y Venezuela es una muestra evidente de esta estrategia de esfuerzo conjunto para mejora mutua, es la posibilidad de transformar una crisis en una oportunidad para el desarrollo. La relación entre nuestros países se intensificó en un momento clave para la Argentina como fue y sigue siendo la situación energética, un sector de extraordinaria significación para el desarrollo de cualquier país que aspire a una sustentabilidad duradera.”

Aquí de manera manifiesta se plantea de que manera concreta colaborarán los dos paises. Muy puntualmente:

“En la misma línea de acciones concretas orientadas al crecimiento sostenido de nuestras economías y al desarrollo social de nuestros pueblos, se inscriben los convenios bilaterales que suscribieron inmediatamente Venezuela y la Argentina con 3 objetivos estratégicos bien definidos: la integración energética a través de la conformación de una sociedad entre la empresa argentina ENARSA y Petróleo Venezuela Sociedad Anónima a la que esperamos se sumen rápidamente otros países sudamericanos; la integración de las comunicaciones mediante un convenio de cooperación entre las cadenas estatales de ambos países como punto de partida para crear una red de televisión sudamericana y la generación de tecnología satelital conjunta para proveer nuevos servicios a nuestra gente; la integración productiva que significa el compromiso por parte de Venezuela de reparar y construir buques tanqueros para la Empresa Petróleos de Venezuela en el astillero Río Santiago, en la provincia de Buenos Aires.”

Para los críticos de la retórica este pasaje es el mejor ejemplo para demostrar que la retórica (y acaso también la pragmática) es mucho más que palabras. Este es el mejor ejemplo para graficar como es que el discurso cristaliza en la realidad social, o mejor dicho, como el discurso constituye la realidad social.

Una demanda concreta como la de integración regional puede articularse reconstituyendo su propia realidad social.

Podríamos contrastar –simplemente para señalar que es lo se intentaba significar mediante este discurso. Es decir, ¿cuales son estos convenios que permitirán la integración energética, de comunicaciones y que proveerán a Venezuela de buques banqueros?

Los convenios firmados ese día entre el presidente Kirchner y Chavez que vale la pena destacar son una: “Línea de Crédito entre el Banco de Comercio Exterior (BANCOEX) de la República Bolivariana de Venezuela y el Banco Credicoop Cooperativo Limitado”. Un “Memorando de Entendimiento entre la Compañía Anónima de Diques y Astilleros Nacionales (DIANCA) y Astilleros Río Santiago (ARS)”.
Y un “Memorando de Entendimiento en materia de Cooperación Financiera”.

Aquí el discurso y la retórica se transforma en convenios para financiar la venta de diesel a la Argentina y la construcción de buques banqueros en la Argentina para venezuela.

Aquí nos gustaría señalar dos cosas. La primera volver a hacer hincapié en la dimensión preformativa del discurso. Esto es, tener un discurso convergente con el de Chavez no es solamente una oportunidad para intercambiar cumplidos y elogios, sino que esto representa consecuencias concretas, reales y materiales. Esto que aquí presentamos es el mejor ejemplo de eso.

El otro aspecto que nos permite ver este caso es como dos demandas que no necesariamente se articularían con demasiada naturalidad se pueden hacerlas entrar en cadenas de equivalencias, como en este caso sería la integración regional y la política estratégica (por no decir –teniendo en cuenta el contexto internacional respecto al petróleo- crísis) energética.

Esto amerita rescatar elementos de las discusiones con el grupo. Con esto no estoy insinuando que Kirchner haya demostrado afinidad ideológica por el petróleo. Es muy probable que la afinidad ideológica sea genuina, pero independientemente de eso, el petróleo resultó ser un elemento muy conveniente para que Argentina votara enérgicamente la integración de Venezuela al MERCOSUR.

Aquí podemos ver las ramificaciones y como del discurso que hizo posibles los acuerdos que mencionamos



[1] Se me suele criticar que la palabra “acto” en referencia a la articulación es algo reiterativo. Es en ese sentido, el de “marcar” ese aspecto implícito de la articulación sin redundar en una falta de economía del signo.

[2] Nuevamente apología al anti-hegelianismo, esto no significa que la idea se manifieste en este líder.

[3] La retórica generalizada –que abarca necesariamente la dimensión preformativa- trasciende toda frontera regional y se identifica con estructuración de la vida social en cuanto tal.” Esta posición reconoce cierta literalización de la realidad “Concebida en este amplio nivel de generalidad, la “literalidad” del texto literario traspasa los límites de toda disciplina especializada y su análisis se transforma en algo tal como el estudio de los efectos distorcionanntes que la representación ejerce sobre toda referencia, efectos que pasan así a ser constitutivos de toda experiencia.” (Laclau, 2002 pág. 58-)

[4] “(…)las categorías básicas de la modernidad, poner de relieve que esta última no constituye un bloque unitario, sino que es más bien el resultado sedimentado de una serie de articulaciones contingentes. Si se reactiva la intuición del carácter contingente de dichas articulaciones se ampliarán los horizontes, en la medida en que también demostrarán ser posibles otras articulaciones, igualmente contingentes. Pero esto implica adoptar una nueva actitud ante la modernidad: no una ruptura radical con ella sino una nueva modulación de su temática; no el abandono de sus principios básicos, sino una hegemonización de éstos a partir de una perspectiva diferente. Por otra parte, también entraña una expansión del campo de la política en vez de su repliegue: una ampliación del campo de la indecidibilidad estructural, que abra el camino a un ensanchamiento del campo de la decisión política. Aquí, la “desconstrucción” y la “hegemonía” revelan ser los dos aspectos complementarios de una misma operación. Abordaré ahora el examen de estos dos aspectos. E. Laclau. (1996) “Poder y Representación” Bs. As. En Revista Sociedad. Fsoc. UBA.

[5] ¿Por qué digo tanto populares como democráticas? Discutimos a lo largo del desarrollo grupal las dificultades y la imposibilidad de establecer una frontera clara entre unas y otras, y siempre pusimos de manifiesto creer en un principio de contaminación, es decir las demandas no son ni puramente populares ni democráticas. En el caso concreto de los derechos humanos y más específicamente el hecho de hacer memoria con respecto a la última dictadura, hay posiciones que plantean que esta es una demanda específica –democrática- de un grupo de gente que padeció la represión.

[6] Una forma gramaticalmente correcta de expresar este enunciado podría ser: “Por eso siento esta sensación….”

[7] Reforzamos la nota # 3, y la retórica y la catacresis como principio de posibilidad para estos deslizamientos que no se pueden reducir a un aspecto lingüístico o textual, sino que implica una presencia, un acto, el acto de mismo de enunciar con suficiente convicción lo dicho.

[8] Discurso del presidente Fernando De la Rúa durante su asunción el 10 de diciembre de 1999.

[9] Discurso del presidente Rodríguez Saa durante su asunción el 22 de diciembre de 2001.

[10] Discurso del presidente Kirchner durante su asunción el 25 de mayo de 2003

[11] Aquel a quien se dirige el enunciado (Ducrto, Todorov: 1974; Benveniste: 1999 [1966]).

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